La salud intestinal se refleja en el envejecimiento
La investigación revela que puede haber una influencia de las bacterias presentes en este ecosistema para una longevidad más saludable
La Organización de las Naciones Unidas (ONU) estima un aumento exponencial en el número de personas mayores en todo el planeta durante las próximas tres décadas. La proyección es que la cantidad se triplique, llegando a más de 2 mil millones de habitantes mayores de 60 años en 2050 – 434 millones mayores de 80 años.
De estos, cerca del 80% vivirá en países de desarrollo medio y bajo, como China, Rusia, India, Polonia y México, entre otros. En Brasil -cuya esperanza de vida media es ya de 76 años-, las proyecciones indican más de 65 millones de personas en este grupo de edad en 2050. En medio de esta población hay un número creciente de personas que alcanzan y superan los 100 años de edad, muchos en buen estado de salud, que deberán ser 3,7 millones en el mundo en 2050 – el último censo indicó 24.236 brasileños con 100 años o más. Ante esta predicción de longevidad, los científicos quieren comprender qué diferencia a estos individuos de la población general y, para ello, los estudios se centran principalmente en aspectos fisiológicos y genética, incluyendo la microbiota intestinal.
El concepto de envejecer con buena salud ya ha variado mucho en la literatura y, actualmente, se considera saludable a un individuo que envejece con buena salud, autonomía e independencia, a pesar de vivir con algunas enfermedades crónicas controladas. La pregunta que los científicos quieren tratar de responder es
por qué algunas personas llegan a la vejez sin las enfermedades características y con esa independencia y autonomía, que se llaman ‘ancianos robustos’, y otros desarrollan Alzheimer, Parkinson, enfermedades cardiovasculares y otras enfermedades que disminuyen la calidad de vida y la longevidad en sí? Y algunos investigadores creen que esta respuesta puede estar en la microbiota intestinal.
En el estudio, “‘Novel bile acid biosynthetic pathways are enriched in the microbiome of centenarians” publicado en la revista Nature en julio de 2021, los autores concluyeron que los centenarios tenían una menor susceptibilidad a enfermedades asociadas con el envejecimiento, inflamación crónica y enfermedades infecciosas en relación con los demás participantes. El grupo de investigación de la Escuela de Medicina de la Universidad de Keio en Japón, del The Broad Institute of Massachusetts Institute of Technology (MIT) y de la Universidad de Harvard, en Estados Unidos, analizaron microorganismos encontrados en muestras fecales de 160 japoneses centenarios (edad media 107 años), 112 ancianos (85-89 años) y 47 jóvenes (21-55 años). Los resultados mostraron que los centenarios tenían un microbioma intestinal distinto enriquecido con microorganismos capaces de generar ácidos biliares secundarios únicos en el colon, específicamente isoLCA, 3-oxoLCA, 3-oxoalloLCA e isoalloLCA, que ayudarían a proteger el intestino de los patógenos y regular las respuestas inmunológicas. Según los autores, estos hallazgos sugieren que el metabolismo de ácidos biliares específicos puede estar involucrado en la reducción de riesgo de infección por bacterias patógenas, contribuyendo al mantenimiento de la homeostasis intestinal.
Estudios involucran a mineros de edad avanzada
Los estudios del Grupo de Estudios de Inmunobiología del Envejecimiento de la Universidad Federal de Minas Gerais (UFMG), coordinado por la profesora Ana María Caetano Faria, docente del Departamento de Bioquímica e Inmunología de la Institución, investigan la salud de los residentes ancianos en Minas Gerais desde el año 2000. Los estudios comenzaron evaluando el envejecimiento y las enfermedades endémicas, con especial atención en la ciudad de Governador Valadares – zona endémica de esquistosomiasis, leishmaniasis, lepra y algunos virus, en colaboración con los investigadores Rodrigo Corrêa Oliveira, Olindo Assis Martins Filho y Andrea Teixeira Carvalho, del Instituto de Investigaciones René Rachou de la Fundação Oswaldo Cruz (Fiocruz). Posteriormente, los científicos comenzaron a analizar el envejecimiento saludable y los centenarios de la capital de Minas Gerais para tratar de entender qué factores inmunológicos determinarían la longevidad saludable en Brasil – ya que los estudios existentes se producen principalmente en el Europa, Estados Unidos y Japón, cuya población es muy diferente en cuanto a genética, hábitos alimenticios y de vida. Con múltiples proyectos dentro de un mismo tema en diferentes frentes y un número muy variado de participantes, principalmente personas adultas mayores de 65 años, incluidos 80, 90 y 100 o más (llamados supercentenarios): los investigadores evalúan la microbiota y los patrones inmunitarios, inflammaging (término propuesto en 2000 por el inmunólogo italiano Claudio Franceschi), hipertensión y, más recientemente, Covid-19.
“Uno de los fenómenos importantes y críticos que determinan el envejecimiento es el inflammaging , un estado sistémico que indica inflamación subclínica crónica generada por una serie de factores que aumentan con el envejecimiento y que, si no se controlan, agravan la aparición de enfermedades”, detalla el estudiante de Maestría en Inmunología de la UFMG, Lucas Haniel de Araújo Ventura. La literatura muestra que los centenarios tienen característica de anti-inflammaging, y aunque producen las moléculas inflamatorias que reclutan células y causan inflamación crónica, también reclutan moléculas antiinflamatorias que inhiben este marcado proceso inflamatorio y así se vuelven más equilibrados y robustos. Estudios internacionales muestran que estos centenarios con factores que controlan el inflammaging, a pesar de tener una microbiota más inflamatoria desde el punto de vista de la diversidad, ganan otras bacterias con el pasar de los años, como Lactobacillus, por ejemplo, que son beneficiosas y sirven de protección contra estos cambios microbianos.
La profesora Ana María Caetano Faria añade que, aunque la composición de la microbiota de los centenarios varía, las actividades metabólicas de las bacterias intestinales se pueden conservar. “Los estudios ya han demostrado que las bacterias que descomponen la fibra dietética y producen ácidos grasos cadena (AGCC), tales como butirato, acetato y propionato, tienen la función de estimular la producción de componentes tróficos y antiinflamatorios en la mucosa intestinal. Estas bacterias presentes en la microbiota de los centenarios no son las mismas que las que se encuentran en los individuos más jóvenes, pero realizan las mismas funciones y, así, los centenarios pueden mantener estas actividades tan importantes para la salud”, detalla. La docente enfatiza que los científicos no creen en una ‘bacteria mágica’ responsable de todos estos beneficios y, según el país, los hábitos alimenticios y el estilo de vida, diferentes especies pueden considerarse importantes porque estarán en diferentes contextos.
La robustez de la microbiota depende de varios factores.
La microbiota de los ancianos ha sido descrita en la literatura como un cambio dramático. Los estudios indican que, hasta los 70 años, hay pocos cambios en la composición de la microbiota y, hasta los 89 años, aún no ha surgido esta microbiota ‘especial’ presente en los centenarios. Datos de un estudio en Cerdeña, en Italia -con una cohorte de 3.000 voluntarios- confirma que los centenarios y supercentenarios tienen una microbiota intestinal diferenciada. Una de las características de la población estudiada en esa región es que, habiendo vivido después de la Segunda Guerra Mundial, utilizan una dieta poco obesogénica– baja en hidratos de carbono y carnes rojas, rica en verduras de estación y fibra.
La profesora Ana María Caetano Faria destaca que los centenarios mantienen una rutina muy regular de vida, alimentación y sueño. «Así como está descripto en la literatura, observamos en nuestros estudios que estos factores están fuertemente relacionados con la longevidad y con el poder benéfico de la microbiota. Es una cadena: el estilo de vida, la alimentación, el sueño y la rutina son aliados en el desarrollo de una microbiota
que, a su vez, producirá sustancias que interactuarán para remodelar la inflamación, que es la principal culpable de las enfermedades que impiden el envejecimiento saludable”, subraya.
Para la docente, todos los estudios van en la misma dirección: una microbiota sana es uno de los factores fundamentales para la longevidad, aunque no sea el único. Sobre todo, porque la composición de esta microbiota saludable depende del estilo de vida y de una alimentación adecuada, ya que uno de los grandes
factores de disbiosis es la comida. “Por lo tanto, al hacer políticas de salud pública, los gobiernos deben preocuparse por mejorar el patrón dietético de las poblaciones con el objetivo de actuar sobre la microbiota, ya que sería una actitud muy eficaz para mantener la longevidad y la salud de la población que está envejeciendo», afirma.
Experimento con cepas probióticas muestra aumento de fuerza y cognición
Otro estudio desarrollado por el grupo de la Universidade São Judas Tadeu, también durante la pandemia, investigó el uso de probióticos en residentes de una institución de larga estancia para ancianos (ILPI) para evaluar aspectos cognitivos y de fuerza. Para la profesora Priscila Larcher Long, es interesante analizar a los adultos mayores en ILPI, ya que comparten las mismas fuentes de microorganismos, tienen la misma dieta y viven en el mismo ambiente controlado, además de mantener una rutina de baño, sueño y actividades recreativas. La diversidad microbiana también tiende a ser alterada en un ambiente que favorece la disbiosis por el uso de drogas y la presencia de muchas patologías. “Este ambiente empobrece a la diversidad microbiana y favorece a las especies no benéficas. De hecho, los estudios demuestran que las enterobacterias están muy presentes en esta población”, relata.
Durante 12 semanas, 20 ancianos con una edad promedio de 82 años participaron del experimento divididos en dos grupos – un control, que recibió placebo, y el otro ensayo que recibió la intervención con una cápsula compuesta por Bifidobacterium lactis y Lactobacillus acidophilus (comercial) después del almuerzo. Los primeros resultados mostraron que, de los 10 ancianos que recibieron el probiótico, tres tuvieron una pequeña mejora cognitiva, mientras que en el grupo placebo ninguno de los participantes tuvo este resultado.
Los investigadores también analizaron la fuerza de prensión e identificaron pérdida en tres adultos mayores en el grupo de control, mientras que cuatro del grupo probiótico mostraron ganancia de fuerza. “Aunque no tenemos diferencia estadística debido al pequeño número de participantes, los datos son indicativos para mostrar beneficios del probiótico en ancianos en ILPI. Estos ancianos tenían una vida muy alterada, no podían recibir visitas e incluso se prohibió la atención de profesionales externos, como fisioterapeutas. Ya habíamos recopilado muchos datos de ellos antes de la pandemia y, aunque no analizábamos las heces, recogíamos pruebas de datos funcionales, cognitivos y clínicos”, explica la profesora. Ningún anciano presentó evento adverso durante este período.
FUENTE: REVISTA SUPER SAUDAVEL Nº 94 – Pág 13-17 – 8/4/2022